Prólogo

He aquí inmerso en otro "gran" viaje.
¿Por qué gran viaje?
Por tiempo, por distancia, porque me gusta pensar que es así y porque me gusta hacer que así sea, al menos para mi.
Viajar engancha.
Viajar lejos, ampliar el mapa cerebral de este planeta, conocer culturas muy diferentes a la tuya, ver lugares de ensueño tras haber soñado con ver esos lugares. Y sobre todo experimentar la magia de todo eso aconteciendote a ti, minúsculo y lejano ser.
Eso te hace rico interiormente.
Puedo seguir intentar definirlo, pero se lo voy a dejar a Cesare Pavese y a su maravillosa descripción que llegó a mis manos de manera muy especial:

“Viajar es una brutalidad”
Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo lo que te resulta familiar y confortable de tus amigos y tu casa.
Estás todo el tiempo en desequilibrio.
NADA ES TUYO EXCEPTO LO MÁS ESENCIAL: el aire, las horas de descanso, los sueños, el mar, el cielo; todas aquellas cosas que tienden hacia lo eterno o hacia lo que imaginamos como tal.
(Cesare Pavese).

Bonus track:

“Cuando salgamos del enfrascamiento de nuestro propio ego y cuando escapemos como ardillas de la jaula que es nuestra personalidad para volver nuevamente al bosque, temblaremos de frío y de miedo. Entonces nos pasarán cosas que harán que no sepamos quiénes somos. La vida, fresca y reveladora, se nos adentrará”
(D.H. Lawrence)

Comenzamos, nos adentramos...