16 de Enero de 2020
Última parada de mi ruta, Negombo, con mi amiga moto. Recién aparcada tras 8h a sus lomos y unos 200 kms.
2360,1 kms recorridos al rededor de Sri Lanka
Devolviendo la moto en el lugar de alquiler.
Última cena en Sri Lanka. Algo caro, prácticamente el doble, en comparación con lo vivido durante estos 24 días.
Recuperado mi bañador y pareo olvidado en Jaffna. Como agradezco al hostel de Jaffna su amabilidad en haberme enviado esto. Es más la ilusión de haber recuperado mi bonito bañador. Gracias a todos por ello. Foto con la casa de alquiler de la moto en el momento de recuperar el paquete tras una semana.
Paseo por la playa desde el lugar de alquiler de la moto, con mi paquete recién recibido. Pescadores, y todo el que para a ayudar, en una de sus pescas al estilo de allí. Consiste en echar la red a pocos metros de la costa e ir trayendola a mano arrastrando lo que haya pillado la red en su longitud al hundirse en el agua.
Podría haber sido más fructífera. En la foto faltan ya algunos peces grandes. Para esto estuvieron unas 2 h. Bueno, para salvar el día imagino que bien y gasto cero, salvo el tiempo empleado.
Es cerca de medio día. Momento para irme yendo a preparar y comer algo rápido para ir al aeropuerto. Antes tengo que escribir las postales típicas que suelo enviar a la misma gente como tradición.
Buscando y buscando sitio para comer, se nota que Negombo es mucho más caro. Y ya vengo de vueltas. Quería mi último Rice curry. Al final acabo en un sitio súper local y barato comiendo las sobras que le quedan. Pero a parte de agradecido de que sea así, por compartir con la gente local y salirme de las turistadas, agradecido también por encontrar a 3 españoles, 2 chicas y un chico, comiendo allí también. Me invitan a sentarme con ellos. Fue breve y fugaz, más de lo que me habría gustado, pero me dejó una buenísima sensación. Pau y Álvaro, viajaban en bici. Es gente que aporta y tiene mucho que contar. Algo en mi interior hace click y siento que conecto con esa filosofía. Quizá todavía no a ese nivel, pero si en esa esencia. Pau toma nota de mi móvil para mantener contacto y decirles cosas sobre Sri Lanka, ya que ellos acaban de llegar. Espero mantener contacto.
Más feliz y lleno, cerrando un círculo del viaje, me dirijo a la iglesia católica que hay al lado de ¡l post office. Me meto dentro para sentarme y estar fresquito escribiendo las postales. Una buena utilidad a estos sitios le saco, pienso mientras sigo escribiendo apresurado por las horas y por no regocijarme en la comodidad y frescor que me aporta este lugar de culto al que le estoy dando otro uso, quizá ofensivo para los clientes habituales.
Quedo con Alba y Eduardo en mi hostel. Voy con el tiempo pilladísimo. al estilo Santi. Quedamos allí para que yo pueda terminar de hacerme la mochila. Semana y media después allí están, más morenos e igual de simpáticos. Charlamos por encima, pero yo estoy inquieto y preocupado por hacer todo, no dejarme nada y no llegar tarde al aeropuerto. Pido un UBER que me lleve. Me gustaba la idea de ir en Autobus, pero es un lío y prefiero aprovechar este tiempo en todo lo que he podido hacer hoy y compartirlo con esta gente buena que me he encontrado en el camino.
Antes de mi partida, la almohada que me ha soportado y hecho más liviano mis interminables horaas de moto, se la regalo a la señora de la panadería que hay en frente del hostel. Me cayó muy bien y la vi muy honrada. Se la dejo a su hija, la cual alucinaba y no entendía porque les regalaba una almohada. Pero les va bien, al menos eso me hizo ver.
Con todos los objetivos del día hechos, llega mi coche. Me despido con besos y abrazos y rumbo al aeropuerto.
Adios Sri Lanka.